Las primeras pinturas murales que conocemos de Arturo Gordon son los dos paneles que conforman su Alegoría a las Bellas Artes de la Biblioteca Nacional. Fueron encargados al artista en 1925, luego de que este ganara Medalla de Oro y el Premio del “Certamen Edwards” por su obra El Sarao. Gordon presenta los bocetos de estos murales en el Salón de 1926, donde obtienen la Primera Medalla en la categoría de Pintura Decorativa. Se trata de dos pinturas de grandes dimensiones (330 cm de alto por 297 cm de ancho), con un formato de arco de medio punto en su parte superior, ubicadas en el segundo piso de la caja de escala principal de la Biblioteca, en nichos especialmente diseñados. Es precisamente esta característica la que le da su condición de pintura mural: haber sido concebidas para un espacio arquitectónico determinado. Una tercera obra, Paisaje de Alfredo Helsby, conforman el conjunto de pintura mural de la rotonda de la Biblioteca Nacional.
Ambos paneles se encuentran realizados al óleo sobre tela, una arpillera de trama abierta compuesta por dos paños unidos en sentido vertical y adheridos al muro. El panel del lado izquierdo de la escalera representa la Alegoría a la Literatura, donde el personaje principal lleva una pluma en su mano, y el otro la Alegoría a la Música, donde lleva una lira. Se trata de personajes inmersos en un paisaje bucólico de ríos y árboles, en tonalidades apasteladas, detenidos a la espera de la inspiración para la creación que parece no llegar.
Angela Benavente | Conservadora restauradora